Las clases de yoga son geniales. Puedes delegar la responsabilidad de lo que haces durante tu práctica de yoga en otra persona, alguien que es un profesor experimentado con amplios conocimientos.

Ese maestro te guía, te ajusta y te anima a avanzar más profundamente en las posturas. Te guía a través de las meditaciones para que siempre tengas su voz para ayudarte a seguir adelante. Y durante cada clase, dejas de lado el control y te permites ser dirigido.

Pero desarrollar una práctica personal y autodirigida propia añade una dimensión completamente nueva a tu yoga. Realizar este tipo de trabajo profundo de cuerpo y mente en solitario crea una experiencia diferente.

Es más difícil, en cierto modo (sobre todo al principio)

Es más difícil porque no hay nadie que te haga responsable. Si sientes que no tienes la motivación para seguir adelante, nadie se dará cuenta si te detienes cinco minutos después y enciendes tu computadora portátil.

Y es más difícil porque tienes que decidir qué hacer con tu práctica. Cómo mover tu cuerpo; qué posturas incluir (si es que hay alguna); cómo hacer la transición entre ellas. Tienes que encontrar tu propio camino hacia las posturas y sentir tu camino hacia la alineación de la postura. Tienes que recordar mantener la respiración constante.

Tienes que darte permiso para descansar, sin que ningún maestro te lo diga, y tienes que inspirarte para mantener esas posturas desafiantes durante unas cuantas respiraciones más de las que te apetece mantenerlas.

Pero vale la pena

Algunas de las cosas difíciles de una práctica personal se vuelven más fáciles con... bueno, con la práctica. Poco a poco, descubrirás que no tienes que pensar tanto en qué hacer cuando te subes a la colchoneta. Aprenderás a escuchar a tu cuerpo y a moverte de la manera que te resulte más beneficiosa en un día determinado. Hablaremos más sobre esto en una próxima entrada del blog.

A medida que te resulte más natural, comenzarás a sentir los beneficios reales de la práctica personal, incluidos, entre otros:

• Una intuición mejorada; te vuelves más en sintonía con tu cuerpo y aprendes a escuchar sus señales y a adaptarte a tus niveles de energía día a día.

• Puedes sentir la forma en que tu cuerpo quiere moverse; por lo que tu práctica se vuelve más energizante y solidaria.

• Experimentas nuevas posturas a tu propio ritmo, en tus propios términos; las sientes y eso te da una comprensión de ellas (y de tu cuerpo) que solo se logra con la práctica personal.

• Adquieres más confianza en el conocimiento de tu cuerpo, por lo que cuando vas a clases, eres más asertivo sobre tus límites y tienes un respeto más informado por las limitaciones de tu cuerpo, así como por su potencial.

• Tu práctica se convierte en tu momento de paz: entras en un estado de flujo en tu mat y el mundo se aleja.

• Experimentarás el poder de una meditación en movimiento, sin ningún profesor ni otros estudiantes que te distraigan y te impidan sumergirte en una relajación profunda.

• Llevas tu práctica contigo a donde quiera que vayas: si viajas, puedes hacer yoga en cualquier lugar, incluso si no hay una clase disponible.

¿Convencido?

Si estás listo para comenzar a desarrollar tu propia práctica en casa, ¡genial! La segunda parte de esta serie te guiará en los primeros pasos para hacer yoga por tu cuenta. Aprenderás Surya Namaskara (saludos al sol) que fortalecen y estiran todo el cuerpo; por lo que pueden ser una minipráctica completa lista para incluir incluso en los días más ocupados.